Daimer´s

27/2/11

Los toros o mis niños.

...mi hermano siempre estaba diciéndome que no pasara por ese camino, que diera la vuelta. Pero ese era el camino más corto para la escuela. Además cuidabamos siempre que los toros estubieran lejos como solía suceder. Mis niños digo yo, pero en verdad nunca tuve hijos, pero su madre falleció y como era la única persona que ellos confiaban... me los tomé para mi.

Laura tenía unos cinco años y Pedro unos seis.

Era un día caluroso, el día estaba bellísimo. El campo era una alfombra verde interminable, ha lo lejos... árboles, montes, animales de campo y los toros. ¿¡TOROS!?...


así fué que recordé que los niños ya habían salido y estaban en el camino. Yo corría pero soy petiza y cualquier toro o vaca me gana caminando. Los encontré en el medio del campo, por el camino más corto hasta casa. Pero en cuestión de segundos, los toros nos rodearon el frente. No entiendo por qué razón si estaban lejos... mi corazón comenzó a bombear y dimos vuelta para llegar a un alambrado.


Pero los toros bufaban y escarbaban la tierra tras de nosotros. Cuando llegábamos al alambrado, los toros estaban del tamaño de una casa, no sé si era del susto que los veía enormes o era porque ellos estaban a metros de nosotros. Les gritaba que corrieran pero Pedro no se separaba de mi... al ver que los toros me atrapaban, tomé a Pedro de los pantalones y lo arrojé en el aire hacia el otro lado del alambre con las fuerzas que tuve aquel momento... y no sé como una Biblia de bolsillo que siempre la llevaba en el sutién, cada vez que salía... estaba en mi mano, abierta. Yo no era cristiana y ni frecuentaba una iglesia. Pero sí creía en Dios y sabía que aquel libro tenía la Palabra de Dios. Al ver aquel libro en mi mano lo apunté abierto hacia los toros y grité ¡JESUS!!. Y me quedé parada en medio de los toros para que me agarraran porque no me daba más tiempo de correr. Pero los toros, aunque no me lo creeas, estaban de cabeza en tierra, con las guampas clavadas en la tierra y bufaban.


Al instante me crucé el alambrado, dura, con las piernas temblando y casi sin fuerzas, el corazón estaba en mi lengua creo... pero no sabía que hacer, si me asustaba de los toros o de lo que recién había sucedido... caminé un poco más y me tiré a llorar abrazada de los niños. Despues de esta, hicimos el camino más largo y evitamos los toros. Pero entendí que no importa la situación o el momento que se viva, Los Ángeles de Dios acuden a defenderte. No necesariamente necesité ir a una iglesia antes. Pero soy conciente que la Fé mueve montaña y aplasta a toros. Claro que tiempos después comencé a buscar más de Dios a interesarme por la Palabra que ahí en Ese Libro está, con lo que me había pasado... imposible quedarme parada.


Pero ese día marcó mi vida. Jesús es Poder y lo viví cuando grité su nombre y aquellos toros clavaron las guampas en la tierra. Lo vieron mis hijos y lo contaron a todos cada vez que lo recordaban, lo viví yo. No pretendo que me crean, poco me importa, pero sé que es verdad y la verdad es para ser dicha. Él nombre Jesús, es Poder y Socorro al instante. Lo dice una madre y si meterse con una madre cualquiera es peligroso, peor es con una madre que Cree.






Historia real. (Para comunicarte con la persona de éste testimonio, sólo tienes que pedirlo)




...la historia deja de ser, hasta que no te pase.

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