LA PUTA DE DIOS

LA PUTA DE DIOS

La historia de Rajab puede verse de varias puntas, pero veamos un espejo poco hablado de la misma historia. Todos sabemos hablar de una mujer puta y condenarla, hacernos los santitos y sagrados ante Dios y no juntarnos con los pecadores o los que no tienen la misma fe. Pero para poder hablar de una prostituta hay que entender de pecado, de necesidad y otras cosas.

 Más allá de condenar a la ligera como muchas personas hacen aunque hablen del Amor de Dios y sepa Dios que es de la boca para afuera.
Si hoy en día ser prostituta es algo difícil, en aquella época era inimaginable. Ser la vergüenza de la familia durante tanto tiempo, estar en la boca del pueblo, ser humillada por la violencia de los hombres en el coito y todo por unas monedas para sobrevivir. Quizás nadie pensó en eso, no todos tienen la capacidad de ver que ella era prostituta por mandato divino, por un ejemplo, un propósito en la eternidad o en tu comunidad.
Jericó estaba siendo espiada para la conquista y los espías fueron flagrados. Tenían la muerte asegurada en manos de los soldados, pero Rajab, entendiendo su condición, fue movida a salvar para ser salva. Imagínate si ella por si sola quisiera salir de Jericó… ¿quien protegería a una puta en el desierto o donde fuera? ¿Quién le daría abrigo, comida o se casaría con esa mal hablada y desgraciada mujer?. 

No tenía chances y solamente le quedaba estar segura en su misma desgracia dentro de la ciudad. Pero esconder a los Hebreos espías, ya que su suerte era morir en la invasión como todos, le cambia la vida y su destino es reescrito. 
Así como ella los escondió de la muerte, les hizo jurar que salvarían de la muerte a toda su familia. Los soldados pudieron asesinarla si los espías hubieran sido flagrados. Rajab sería descuartizada con toda su familia probablemente, como se solía hacer por aquella época.

Ella saca a los espías por el muro, colgados de una cuerda improvisada. Le juraron con la vida de que Dios haría con ella como hizo con ellos. La señal en la ventana era del cordón rojo que sería el símbolo de un nuevo nacimiento para la casa de Rajab. Vemos que ella pide sobre la salvación de la casa de su padre en la que se incluye. Aunque ella misma era una deshonra para el, el honor que daría a su familia sería conocido por siglos.
Así se hizo con Rajab, ella mantuvo la promesa y el pueblo al cumplir el mandato de Dios, pudo reconocer ese juramento en cada vuelta que hizo alrededor, posicionar el costado que deberían preservar vidas.
Tanto así, que la prostituta de Jericó, tuvo una vida de honor entre el Pueblo de Dios. Quizás allí todos sabían que era una prostituta, que pudieron haberla rotulado como tal, o simplemente era Rajab. 

Para su familia pudo haber sido una deshonra, pero estaba en una nueva vida y ella era el honor de todo un pueblo que la amó por ser una prostituta, pero que le dio valor y le extendió la mano para que allí pudiera tener una vida digna. Rajab significa Grande, fue la bisabuela del Rey David y de David nació el linaje de Jesucristo. Quizás el símbolo de la cuerda roja en el muro, también sea reflejado cuando el soldado atraviesa el costado del Mesías, saliendo sangre y agua. Prueba de un corazón que amó y sufrió como Rajab, el oprobio del pueblo, la verguenza y la humillación.

En memoria a la descendencia, la vida de Sangre (Sufrida y pecadora) de Rajab, fue limpia y perdonada (Agua). Pues a eso vino Cristo, a limpiar el pecado y a dar una nueva chance. Cosa que muchas iglesias no lo hacen. Pues al sentarse una mujer prostituta, mal vestida, con olor, fea o despeinada, tratan de ignorarla o negarle el apropiado socorro. No solamente con las mujeres, con personas de mala apariencia, homosexuales y personas que por primera vez van a la casa de oración a espera de un milagro.

Pero aunque digan que esto no es verdad, cae de maduro que no pueden dejar de hacerlo, de lo contrario, muchas iglesias tendrían la prueba para mostrar públicamente y no las tiene. Son contadas y las que cuentan, son de una reputación dudosa para la mayoría de la comunidad cristiana. Si todos aprendiéramos de Dios a perdonar y extender la mano, tendríamos un mundo lleno de personas felices cantando esperanzas por las generaciones.
Nadie sabe los propósitos de Dios, pero si sabemos condenar, juzgar, trampear, difamar, calumniar etc etc.
Daimer Santuche H ©
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