Luz de Familia

 
Todos pensamos que tener una casa es veracidad de familia, y si hay una familia, hay un padre y una madre con hijos. Pero nada más lejos de la realidad.

La familia se compone de personas y no de género, de lazos y no de razones colectivas.

A lo que denominamos familia, es un vínculo en forma de lazo trenzado con la confianza, la amistad y la defensa.

Las células de familias tienen un origen y parten desde un lazo de estrecha confianza, seguridad y la amistad, tal como el que sentimos con nuestra madre o la persona a la que nos genera genuinos sentimientos.

Cuando de niño se tiene estos vínculos destrozados, de adulto, siempre sentirá sensación de rechazos, inestabilidad y un vacío inexplicable en un determinado momento del día o noche. La falta de ser cobijado en el seno de una familia, lleva al suicidio. Es necesario para el desarrollo de cada vida, estar vinculado  a un determinado grupo o personas, que te hacen sentir que eres parte y pase lo que pase, siempre eres de la “manada”.

 

Los niños pueden mudar de casa todos los meses, en tres días se adaptan como si vivieran años, siempre que sus padres o la persona a que ellos se vinculan esté ahí.

El brindar una amistad por compañerismo diario, hace que generemos defensas de nuestro entorno al que delimitamos como parte de nuestro grupo familiar.

El sentimiento de miedo por ejemplo, nace desde la amenaza de daño o ruptura de lo que es nuestro y para el grupo. Es de ahí que perdemos el piso en la vida o por mucho tiempo, si lo que amamos o sentimos parte de nosotros, deja de existir.

La familia se siente aunque te arranquen de ella muy temprano, cuando ves a uno y no le conoces, te agrada, te produce alegría y no entiendes el motivo. Es como si algo de tu interior se regocija al ver o escucharle. Es por eso que no importa donde vivas, si están contigo las personas que te da miedo perder, entonces eres una familia. Si está contigo quien tiene 100 años o más y respira y tiene por nombre único, la persona que lleva título de mamá o papá, sea legítimo o por derecho dado, toda tu existencia estuviste feliz y no sabías.

 

Daimer Santuche H ©