El rescate

Y cuando llego a casa
Me envuelve tu perfume de otoño,
Como si me diera la bienvenida.
El día se vuelve más intenso. Porque se
Que todo lo resistes.
Y pensar que me sentía una flor
Perdida en el desierto. Cubierta en medio de unas piedras enormes.
Estaba muriendo, sofocado, triste porque la luz no llegaba casi…
Una flor a la cual nadie nunca había visto… que ya comenzaba a marchitar.
De nada me había sido el esfuerzo por el cual permanecía en pie.
Trataba de mostrar lo bello que era, pero cuanto más me esforzaba, nadie me veía, para nada lucía.
Hasta que llegó el día soñado, el día esperado. Por entre las rocas, vi la oscuridad tapar el único rayo de luz que me mantenía vivo. Pensé ser el final, pero eras tú.
Me miraste como nunca nadie lo hubiera hecho, y me viste tan débil, frágil y triste… y entendiste que solamente necesitaba de una gota de agua.
Sólo me dejé desprender para tu vida, me dejé llevar hacia ti… recogido en tus manos tibias y la brisa de tu respiración. Cuando nadie daba nada por mi… cuando nadie miraba hacia abajo, entre las piedras, entre la penumbra de dolor, entre el aprieto desolador. Sin voz, por el fatigado cansancio de gritar por auxilio, sin esperanzas porque hasta lo que creí me había abandonado, sin pan, porque ya me era amargo.
Pero así me miraste… aunque lo dijeran es mala hierba, pero tenía algo de vida. Solamente necesitaba un espacio, una oportunidad y por ello te lo creíste y te arrojaste al abismo. Por amor.

Continuará… Daimer´s ©