La llevó la felicidad

… la verdad que me asusté mucho. La idea de perderla me aterraba.

Está conmigo a tanto tiempo… cada vez que llego me recibe como si hubieran pasado días, como si no nos viéramos a horas, cuando en realidad fui allí y volví pronto.

Entiendo que es el amor que le doy el cual la deja loca por mí, entonces hace que se sienta segura… confiada y por eso demuestra tanta seguridad, tanta felicidad.

A veces me preocupo por ella más de lo que debiera, y me espanta la idea de que llegue y no esté más ahí, esperando que abra la puerta, o que me vea de lejos para ponerse… digamos a festejar que llega quien la quiere mucho. Me pregunto si existe en las personas que pasan, algún sentimiento tan puro y verdadero hacia alguien como el de nosotros, uno para con el otro. Si me enojo con ella, me enojo conmigo mismo, porque su mirada es tan tierna, que no consigo al menos, hacerme el enojado. Aparte ella sabe como quitarme sonrisas.

Estoy feliz de tenerla a mi lado, me hace bien… al menos se lleva bien con los gatos, que son mis mascotas preferidas.

El otro día llegué y no la encontré, la llamé y había silencio en la casa, sus cosas estaban ahí, salgo afuera y nada, miro por la ventana y nada… nada, pero el reflejo del otro lado de la calle en la ventana me revela todo. Me puse a llorar ante lo que veía hacia el otro lado, no tenía coraje para darme la vuelta y mirar. Se me desprendía el corazón en tristeza y ternura. Ahí estaba como mirando hacia dónde yo doblaba… para que me viera. Me habían matado mi perrita. Ella era parte de mi familia, era más que un animal, era la alegría de la casa. No quería moverme, pero no podía dejarla ahí… tirada. Era como abandonarla justo ahora que más me necesitaba. Crucé la calle, la traje en mis brazos… mientras trataba de tragarme la angustia… mis lágrimas daban con su pelo en gotas pesadas y grandes… como tratando de consolarla o quizás… trataban de despertarla. Pero ya era tarde… le preparé un espacio en la tierra y la cubrí con un te quiero… en realidad… fue un – Te voy a extrañar. Medio susurrado. Me levanté, fui a dentro y por unos momentos dejé que el momento me llevara. Me preparé un té… y mañana… bueno, mañana será otro día, aunque sin ella.