Lluvia extraña

El cielo comenzó a quedar tormentoso repentinamente. Vi como el viento amenazaba una gran tormenta, pero el sol pareciera que se esforzaba por atravesar las densas nubes grises.

El aire se volvió un poco frio con aroma a lluvia fría y fresca. De pronto en el frente de mi casa, sentí unas gotas de lluvia caer como piedra.

Miro las gotas caer y están en forma de piedra, me preocupé de la posible granizada, un chaparrón de piedra es super peligroso. Miro a la distancia en el cielo y veo piedras enormes caer de el. Unas gotas del tamaño de un tronco de árbol, tremendas piedras que caen destrozando todo al paso. Las veía en todas dirección, a mi alrededor. Me doy vuelta y una muy grande, venía a chocar justo en el sitio donde estaba yo y donde estaba mi casa, comencé a pedir a cuanto santo hay que al menos pensaran en socorrerme, la piedra cayó distante y aunque la veía caer sobre mí, no choco de primera, pero la misma chocó en el centro de la ciudad y repicó como pelota de tenis justo a mi dirección. Sabía que donde cayó, se veía el caos y ahora me entraba terror. La piedra comenzó a hacerme sombra para caer sobre mi mientras yo, inmóvil, me hacía una película del por qué no era hora de que muriera. Mientras pedía como nunca a la Corte Celestial para que esas lluvias de piedras pararan, veo que la piedra cae justo al frente, en la esquina del terreno donde separaba con el terreno vacío del vecino. Se quedó como sujetada con el poste del alambrado. Pero no levantó como una gran explosión de tierra y fuego, como las otras que caían en distintos puntos de la ciudad. Yo, aún así, permanecía como hipnotizado por ellas. Eran blancas, como el hielo, pero parecían un trozo de roca blanca. Entonces desperté.