Carta del corazón

Como un caminante en el desierto, bajo el sol desgarrador, desesperado por una sombra y anhelando una gota de agua, así busco yo estar contigo.

El deseo de poder abrazarte, es semejante al de un padre que no ve a su hijo a años.

Mi corazón se angustia y desespera, como cuando a una madre le arrebatan su pequeño de los brazos y pide por auxilio gritando hasta desgarrar su garganta, porque su lucha no fue suficiente. Así me siento cuando me olvidas un día.

Cuando callas, siento como si la muerte me dopara hasta dar el último golpe a la vida y separarla del cuerpo.

Cuando pienso que quizás estés enojado conmigo, siento como siente un padre de familia que sale a buscar trabajo y le cierran las puertas, entonces vuelve apocado pensando en como hacer para alimentar a quienes ama.

Y cuando decides no hablar, es como perderse en una noche profunda sin conocer el camino, quedando a merced de lo que acontezca, así siento yo.

Cuando lloro en soledad escondido de todo y Tú me sonríes, siento la ternura viva, como cuando una mujer le dice a su esposo que no tienen nada para comer, pero que quizás mañana Dios mire por ellos y se duermen abrazados.

Mi alma se vuelve alas, cuando de la nada me das un hola, es como recibir la vida nuevamente, es viajar  entre un gran arco iris.

Pero cuando no te importo, siento  lo que siento hoy, que no valgo nada, que la esperanza es mentira, que Tú nunca me quisiste, que no hay un mañana y si lo existe, tampoco me amarás ya que no lo haces en el HOY. Que creer es un sueño del que se puede despertar, que  tiene más sentido la nada que la existencia. Pero pasan unos segundos… y ya vuelvo a buscarte en el pensamiento como si fuera la primera vez. Así siento yo, Viejo Dios.

Daimer´s © 2013