Daimer´s

14/5/15

Desesperado?

Desesperado.
Son muchos los momentos malos que se pasa a lo largo de la vida, pero ninguno se compara al momento que desesperamos. Es ahí que vemos lo cuan mal puede quedar una situación. Vivimos en un mundo controlado por el reloj y el tiempo pasa volando. Pero en el desespero, todo pausa. Hasta una pluma se vuelve tan pesada como cuarenta kilos de plomo. Veamos algunos ejemplos.
Si estas en un momento tranquilo, disfrutando como nunca de un momento, todo se transforma si te dicen, que a un kilómetro, tu hijo se ha roto un brazo y está en el hospital. Tomas tu vehículo y por increíble que parezca, este no prende de la nada, te quedaste sin combustible o si nada de eso te pasa, es justo ese momento que el transito se vuelve lento y cargado. Por la calle que nunca andan ni las moscas, siempre alguien decide ir despacio, o se amontonan justo a tu pasada. Si el problema es algo como una emergencia y una llamada puede salvar tu vida o la de alguien, o no tienes crédito, o justo se te acaba la batería. El caso más grave es que no tienes señal. Una joven pareja estaban esperando su primer hijo y todo estaba bien. No era la fecha y como vivían distante de la ciudad, ella solo iría unas semanas antes de la fecha indicada por la partera. Pues el parto se le adelanta, de noche, cuando nada podían hacer, llamaron a emergencia y la señal era buena. Pero como el bebé estaba saliendo, la enfermera por teléfono intentaba orientar al padre a realizar el parto, pero intentaban. La llamada se cortaba y la señal no aparecía. Así que de a pedazos ese padre pudo aprender solo, como hacer un parto siendo tan joven. Si necesitas una información de internet, justo esa no existe o estas  sin señal. Cuando marcas un número equivocado nunca da ocupado, pero si estás seguro del número, siempre da ocupado. Una llamada de emergencia, siempre está llena de otras emergencias, porque te colocan la música y una hora después te dice el contestador “Nuestros operadores están todos ocupados…”, si llamas a la policía, el receptor nunca entiende tu posición, no sabe donde es el lugar, pregunta como se llaman tus padres, tus abuelos y si estás con alguien en la casa que pueda pedirle socorro, cuando en realidad acabaste de decirle, que estabas solo/a y alguien entró, te persigue con un hacha y te grita que te va a matar.
El receptor sigue preguntando si no tienes un vecino cerca, como sabes que te quiere matar esa supuesta persona. Si cortas para llamar a un familiar, justo ese día apagó el teléfono o no está en casa y salió sin su móvil. Si por acaso el problema es un insecto, nunca tienes con que matarlo, por más peligroso que sea este. Si pides ayuda en una calle, las personas se alejan de ti, porque les causas miedo. Si el desespero está en tu propio corazón, hasta Dios abandona los cielos y se esconde de ti. No encuentras consuelo, no tienes más fuerzas, te dopas de tanto dolor, te arde el alma y el espíritu te abandona y lo peor  de todo es que ni mueres y ni vives. Te quedas  entre el frio y el calor.  Nunca aparece un alma a preguntarte que te sucede. Ahí te das cuenta el valor que tiene una persona, la importancia de algo y todo cuanto tienes. La impotencia te besa y el acusador se ríe a carcajadas de tu desgracia. Todos comentan de ti y algunos hasta sienten pena, pero solo sienten un poquito, porque nadie te ofrece una mano para levantarte. Es ahí que dices -Todo me va mal. Pero la verdad es que todo puede irte peor aún. La misericordia no existe, la súplica no adelanta y si pides por el Amor de Dios, todos escuchan que estás blasfemando y nadie entiende que lo que pides es ayuda o que te dejen vivir. Una oportunidad te es negada y dada a quien más tiene o no tiene ni idea de lo que debe hacer con ella. Seguramente sabes de lo que hablo. Ese momento que el sol se esconde y tu jardín es destruido. Ese momento que llueve cuando no tiene que llover, cuando mejor te esfuerzas, cuando te prometieron y te llega un –Lo siento.
Es ahí que pierdes el sentido y no sabes ni tu apellido, cuando de la rabia te da rabia y hasta la estúpida piedra que tropezabas al entrar a tu casa, te la llevaron. Y si te das un tiro, justo la bala no sale o despiertas tres meses después, tras un coma profundo. Tu médico te mira y te dice “Bienvenido/a, a la vida”. Pero un familiar que ya ni sabes quien es, te trae la última noticia que te faltaba saber, justo en ese primer día de vida, -Te mataron al perro anoche.

Daimer Santuche H. ©

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