Daimer´s

27/2/16

La otra cara que me mira

Estaba en el banco de una plaza disfrutando de la paz del lugar y de un apetitoso momento con un mate, cuando un joven que vive en la calle lo interrumpe. Charlamos unos momentos y mientras me contaba de un momento ocurrido en el día anterior. Tiene un hijo y su exmujer no le deja ver, pero al despertarse el día anterior, mira a lo lejos y ve que ella está subiendo a un taxi con el niño. Con tristeza me contaba lo ocurrido, se le notaba desolación en sus ojos. “Solamente pude hacerle un cariño por dos minutos… sus ojitos se llenaron de lágrimas”.  “No se que hacer… a donde ir, no tengo quien me ayude…” eran sus palabras. “A dos días no como y aunque busque trabajo, sucio como estoy, nadie me lo da… quiero irme, quiero morir, quiero tantas cosas y no tengo nada”.
No se el motivo de su caída, que lo ha llevado a tal punto, pero el muchacho es apuesto, tiene pensamientos propios y una apariencia de quien ya fue un príncipe, pero le falla el actuar correctamente, la nobleza y la responsabilidad. Su dignidad está a pedazos, pero no deja de mostrar aún, que fue un hombre amable. Creo que la soledad de la calle y la ley que se rige en la oscuridad de la madrugada, le han llevado a tal comportamiento, el cual gana terreno a cada hora que pasa y a cada salir de sol en cualquier rincón de la selva humana civilizada.  Luego se fue… y mientras recordaba lo que le decía, por el camino que atraviesa la plaza, un carruaje ardiendo se desprende del cielo como si fuera un cometa, su conductor abre una puerta y me dice –Sube y te llevaré junto a las estrellas del Dios que está en tu corazón.
-No iré, pues no se quien eres y tu apariencia me asusta, también la llama que arde – Al instante todo desapareció y solo me encontraba con el Conductor.
 -Vi al joven que conversaba contigo. ¡¿Quién podrá ir por ellos y brindarles un paño con agua tibia aunque sea, para aliviar su dolor y lavar sus heridas?! Quieres ir?
-Mira, como puedo ir si no tengo que darles, no están necesitando de consejos, cuando el hambre les ciega los ojos y los oídos, solo soy uno, cuando aquí y allá, hay un ejército de Dios que se jacta de sus bendiciones. Pues Dios que les da, que les envíe a pelear la buena batalla. Yo he intentado en ser un soldado, pero no quiero permanecer sentado esperando que al menos vean la capacidad que tengo.  Mientras aquí, como ves, la gente sufre y no hay quien les consuele, allá en los cuarteles, le gritan a Dios, lo mandan, hacen prueba de que el Altísimo está con ellos. Comen y beben de lo bueno a lo mejor. Ordenan, mandan y toman pose de lo que no es de ellos. Todo para quedarse en un escuadrón, donde solamente el capitán sale adelante. Si les dices en la cara lo que piensas, te escupen en la cara la autoridad y te maldicen en el nombre de Dios. Y si por casualidad te disculpas, te mantienen en una disciplina estúpida y sin sentido durante largos meses. Mientras que aquí afuera… reina el dolor. Creen que la gente les pertenecen, y si planteas un proyecto de recorrido para rescate, no sois escuchado… pues alegan que hay que orar y esperar la respuesta del Altísimo, mientras que aquí afuera, el dolor no espera ni un solo segundo. Se jactan hablando del amor y la misericordia, cuando ni saben lo que dicen y ni reconocen al Amor o el sentido de la Humildad. Si les llamas no aparecen y se les ruega su ayuda, no la dan. Este es el ejército del Dios supremo, ocioso, que come el propio maná cada día, que no lo comparten, que se festejan unos a los otros y no se dan con quienes no se someten a sus caprichos. Sus jefes y generales están corrompidos y el que no, es sometido a que se corrompa. Dejaron de luchar por la justicia y la paz a mucho tiempo. Los soldados que se fueron, hoy son ejemplos para ellos, porque les dicen a los que aún están, que si salen, la maldición del Poderoso caerá sobre ellos de tal manera como a estos otros. Amenazan como si tuvieran la llave del hades y el poder de decidir quien entra y quien no. Se toman atribuciones que no se les ha dado ni a los Ángeles, ni Arcángeles, Serafines o Querubines. Usan el nombre del Señor para sus propios deseos… Y vienes tú como si yo solo pudiera o tuviera la autoridad de poder ayudar…? Aunque entrara al campamento diciendo que un escuadrón viene contra ellos, me tomarían en cuenta. Ni que volara frente a ellos, ni que ante sus ojos desapareciera y apareciera, ni que a una persona demente, se le devolviera la cordura y fuera normal al orar en el nombre de Jesús, me tomarían en cuenta.
Muéstrate a ellos, porque son muchos y pueden más al mismo tiempo, el trabajo es demasiado y ellos son la cantidad suficiente como para terminarlo pronto. A mi, me llevaría años.
No quiero ser grosero, pues me he cansado de ser acusado y de estar escuchando tanta soberbia.
Envía a otro, porque ellos no se dieron cuenta que José, siendo linaje real, fue transformado en líder de toda una nación pagana e idólatra, para llevar a cabo un plan del Todo Poderoso y salvar así a dos mundos al mismo tiempo. Demostrando que se puede triunfar en cualquier lugar de la tierra, sin dejar de Amar y servir al Invisible. Porque el servicio y la lealtad, no cambia tu interior, cuando temes a Dios y para el dedicas tu vida. Enséñales a ellos como es que viven los de aquí afuera, los desamparados, los que viven en las calles y los que están en terrible soledad. Ellos son los que mandan a Dios, los que le dicen –Ahora Dios!!- con un grito amplificado. Ellos son los que hablan cada día con el todo Poderoso y éste, les revela las cosas para cada día. Porque yo… no creo que el Dios a quien Amo mismo siendo lo que soy y como soy, tenga cada día, la molestia de bajar de su Morada Gloriosa y hablar de cuestiones y decisiones humanas que se resuelven utilizando el sentido común. Ni creo que gritándole y mandándole, tenga derecho a recibir su atención, mucho menos, cuando le dicen a los demás del Gran Amor que sienten de parte de Dios, cuando ante Dios, todas las cosas están desnudas y puede ver la falsedad tras las palabras bonitas. Si pienso que tan solo puede mirarme a cualquier segundo, desfallezco de terror, no soy más que un gran pecador, un perro muerto como dijo David el Rey… para que El se fije en mi… por estas razones y la culpa que pesa en mi por no poder ser quien quisiera ser, me recuso a subir contigo donde quiera que sea ese lugar. Te ruego que al menos me concedas la vida si mis palabras te han agraviado, si te han desafiado o puesto en humillación… pero lejos de mi el querer tener contienda con alguien que solo de ver, me hace recordar que nada soy. En el Nombre de Dios, sea perdonado y merecedor de su gran Misericordia y Benevolencia para concederme aún, la vida bajo el sol y la luna.

Daimer Santuche H.

Daimer Santuche H.

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