… al mirar al fondo, todo era casi un Edén, un bello jardín frutal
lleno de corredores que antes, me parecían interminables. Más al fondo, un bajo
al cual el agua tenía esculpido un canal donde solía lavar la finada… mientras
nosotros nos jugábamos a los patos nadadores. Todo era motivo de felicidad. Si
alguno tuviera hambre, pues al huerto podía ir y servirse más de seis clases de
frutas hasta que nos llamaran para la merienda. Las noches solían ser junto al
calor del fogón y siempre se esperaba una historia o la continuación para saber
un final sorprendente. Al fin creo que mi abuela las inventaba y nuestra
imaginación le daba esos momentos fantásticos y atrapante a su voz melódica.
Ahí estaba ante mi, retazos de momentos felices en ese jardín lleno de
malezas. Decidí limpiarlo y construir nuevamente ese trozo de vivencia pasada.
Llevaba una semana y me quedaba muy bien… entusiasmado con el trabajo… pensando
en que cuando vivía la abuela, cuantos conocimientos tenía… sobre el jardín y
la pequeña huerta bajo de los frutales. Todo ese trabajo y siempre existía
tiempo para sonreír y disfrutar del día o la noche. Al amanecer, ese sol que te
daba los buenos días en la cara… el canto de la felicidad en el huerto… ese
aroma a mañana de campo, la brisa, la abuela enredada al aroma a café recién
preparado. Nos despertábamos y atrapar a la abuela… hoy imagino lo cuanto debía
sentirse babada con tantos besos.
A media mañana mientras terminaba la tarea a la cual me encomendé… tuve
un trozo de recuerdo del presente y lo comparé al pasado… entonces arranqué
muchas frutas y las llevé a la feria. Luego de venderlas y sacar un buen
dinero, tomé camino hacia el sur.
Un par de horas y me salí del camino para entrar a los montes de
coronillas. Al rancho del terror como le llamaban los de la zona. Estaba igual…
una casa sencilla con la chimenea humeante, las cabras en el patio y las
gallinas perdidas entre varios animales… salió la señora a recibirme y me dijo:
-No todo está perdido, cuando lo que está perdido, se encuentra dentro
de uno mismo.-
-Buenas tardes. Quizás pueda responderle, pero antes, debe ayudarme…
-El hombre no necesita de una mujer vieja como yo para alimentar su
curiosidad o el ego de sus conquistas.
-Te equivocas!, un hombre siempre necesita la opinión de una mujer para
alinear su camino.
-Que quieres de mi?
-Quiero que me lleves donde te pida.
-Eso puede ser muy costoso y nadie está dispuesto a pagar el precio de
la porción que se puede tomar.
-Dime tu precio y ya lo veremos…
-Dime que quieres y te diré si acepto.
-Quiero que me lleves al lecho de muerte de un hombre antiguo… el que
te diga.
-Está bien, si no tienes para pagar el sacrificio, te será cobrado con
tu vida… toma esta daga en tu mano derecha y cierra los ojos. Presiónala firme
y no la sueltes hasta que termines lo que deseas.
…Al instante comencé a encontrarme en medio de una sala, su decoración
era antigua y la toz de un hombre me llevó a la puerta entre abierta… ahí
estaba. Mientras lo miraba fijamente hasta que se percató de mi presencia.
-Quién eres?
-Solo un hombre cualquiera.
-No le recuerdo… mi memoria puede estar afectada a causa de mi dolencia
últimamente. Podría ofrecerle algo, pero mire como estoy… apenas me valgo y…
-Es quizás el precio que hay que pagar por la tragedia de la… la
envidia junto a malas decisiones.
-Podría decirle que tal vez… (toz)… pero nunca he sido envidioso… no le
conozco y siento que viene con palabras poco amables.
-Si… vengo desde muy lejos, más lejos de lo que usted pudo haber
estado. Para decirle lo que usted merece escuchar.
-Mire, no se quien es, no le recuerdo…
-Soy la voz que no quiso escuchar… se de los viajes que ha realizado y
que también fue dura la mano, pero es muy fácil para un hombre, darse el lujo
con el sacrificio de los menos privilegiados. Usted que vio la cara del
progreso y el valor del labor, trajo a mi tierra la desgracia. Mientras los
valientes luchaban por un futuro libre y mejor, usted trajo la reforma que a la
larga, traería la miseria social.
-Escúcheme usted…

Vengo del futuro después de su muerte… más allá de lo que pueda
imaginar. Y le diré lo que no planificó en su borrador, lo que la envidia le
escondió tras un deseo de heroísmo. Allá donde la vida parecía fabulosa, no era
más que el deseo y la fuerza de superación. Un querer y el valor de tomar una
decisión. Allí la gente trabajaba y se ilustraba a fuerza de trabajo… ellos
valoraban cada moneda porque equivalía a horas de sudor y esfuerzo. Cada
momento era soñado y la excelencia en calidad hablaba más alto. La educación
era un bien que valía muchísimo y para ella, se la debía de pelearla,
conquistarla y valorarla porque no costaba el precio de un fajo de tabaco.
Se te olvidó ver ese detalle, el futuro de la decisión que tomaste
ayer. Dejadme contarte que de donde vengo, todo es como lo propusiste y aún
mejor, pero no se ha llegado a como te lo imaginaste en Europa y en tu
miserable mente. Los niños y jóvenes de ese futuro que peleaste, no son más que
obligados a repetir y concurrir por la obligación impuesta. Gracias a ti. Como
tu… han cambiado el valor de la superación, de un futuro de progreso por estar
sumergido en el vicio como tu… La educación que se les da gratuitamente, tiene
menos valor que ese resto de cigarro que tiraste… y gracias a ti. No luchan
para conquistarse un futuro como esos que tú viste, en lo que le llamaste “viaje
al progreso”. Viven porque viven y no se paga para ello, pero a tu reforma, de
millones, solo unos pocos la valoran, el resto no solo saquean a las escuelas
públicas, no solamente destruyen lo que es el bien común, no solo destrozan
sueños de quienes realmente quieren superarse sino que, no sienten el peso del
sudor y el valor por lo que realmente vale la pena. Mientras en el otro mundo
se triunfa, aquí se disputan los destrozos de la decadencia. No vale un pucho
la educación… te olvidaste que el hombre solo valora, aquello por lo cual dejó
marcas en su vida. Que lo regalado, no te cuesta y por tanto, solo te
enseñoreas de aquello que realmente es un acto de valentía, de grandeza. Se te
olvidó calcular que cuando el párroco de la capilla leía el sermón, no eran
palabras religiosas… eran palabras sabias de quienes sabían lo que decían. Está
bárbaro tener un descanso cuando se tiene condiciones, pero el menos
privilegiado, también aprende… aprende que lo fácil, va primero y lo difícil…
se deja para otro. Y así ves el futuro de lo que peleaste. Se te olvidó poner
una cláusula de mayor importancia. La que dice que “… comerás el pan con el
sudor de tu frente”, antes de obligar a que se comparta el pan si el de al lado
no tiene o no sintió el sudor en su frente. Pudiste también agregar que el que
no valoriza, pues que no prosiga y sea analfabeto, que no tenga así, la
oportunidad en el mundo de los que sí, lo dan todo. Se te ha olvidado reformular tu pensamiento
para que se dignifique como en esa Europa a cada persona que muestra superación
y amabilidad por su vida y la de los demás. Eso es educación, el tabaco te ha
humeado la razón…
El trabajo dignifica, la educación es buena cuando se la conquista, no
cuando se te impone. Porque lo difícil es atractivo, lo fácil… es camino de
muerte… es como tu educación en el futuro. Poco valorada, cumplida por
obligación y no por satisfacción. Todos la tienen, como la luz del sol, pero
bajo el sol, no todos quieren y ni tienen el valor de estar. No todos saben el
beneficio de usar esa luz… porque no todos quieren sudar, no todos quieren
esforzarse. Todos miran la cosecha lista, pero nadie quiere arrancarla.
Así es tu educación… un pucho humeante, molesto para todos, un peso a
llevar para tirarlo así que nadie me vea… no tiene honra… no tiene peso. No se
conquista… no tiene orgullo. Y los que gritan tu nombre, son apedreados por la
ignorancia y la pereza. Es un agua de pozo que nadie quiere beber. Pero cuando
la luz del sol del medio día aumenta, cuando la sed pide socorro, se grita por
un balde, por un poco de esa agua. Pero el estrago ya se ha vuelto a repetir
desde la salida de sol, los que nacieron por la mañana… el ciclo brota
nuevamente. Nadie llega al final del día cargando la tarima del agua de ese pozo,
porque es pesada… y los que se atreven, son saqueados y nadie se salva. Así de
igual es tu educación… tu reforma. Todos llegan al pozo, beben el agua y siguen
el viaje lo más rápido que pueden. Sin valorizar nada, porque es gratis y solo
se aprende el valor de un arma, cuando el peligro acecha.
No tengo que decirte lo cuanto te has puesto a pensar y el mal que has
ocasionado…

Al oír esas palabras, aflojé mi mano y volví a la casa de esa mujer… de
mi mano chorreaba la sangre y el puñal estaba hasta el mango ensartado en el
cuello de una cabra. La mujer escurría sangre del animal y estaba de rodilla
ante mi… yo me asusté al presenciar todo eso… y ella me miró a los ojos y me
preguntó-
-Te has encontrado tu respuesta hombre!
-Supongo que si-
-Sabes que si no tienes el valor del sacrificio, lo pagarás con tu
vida?
-Tienes tu precio… pero mi vida… mi vida no tiene precio. Aquí tienes
tu valor y la recompensa del servicio.
-Quieres saber que le dio muerte a tu abuela?...
-…No. Mi abuela no ha muerto, viene con el sol cada mañana a visitarme.
Daimer Santuche H.
(Uruguayo)
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