Daimer´s

28/5/16

La herencia de José P. Varela

… al mirar al fondo, todo era casi un Edén, un bello jardín frutal lleno de corredores que antes, me parecían interminables. Más al fondo, un bajo al cual el agua tenía esculpido un canal donde solía lavar la finada… mientras nosotros nos jugábamos a los patos nadadores. Todo era motivo de felicidad. Si alguno tuviera hambre, pues al huerto podía ir y servirse más de seis clases de frutas hasta que nos llamaran para la merienda. Las noches solían ser junto al calor del fogón y siempre se esperaba una historia o la continuación para saber un final sorprendente. Al fin creo que mi abuela las inventaba y nuestra imaginación le daba esos momentos fantásticos y atrapante a su voz melódica.
Ahí estaba ante mi, retazos de momentos felices en ese jardín lleno de malezas. Decidí limpiarlo y construir nuevamente ese trozo de vivencia pasada. Llevaba una semana y me quedaba muy bien… entusiasmado con el trabajo… pensando en que cuando vivía la abuela, cuantos conocimientos tenía… sobre el jardín y la pequeña huerta bajo de los frutales. Todo ese trabajo y siempre existía tiempo para sonreír y disfrutar del día o la noche. Al amanecer, ese sol que te daba los buenos días en la cara… el canto de la felicidad en el huerto… ese aroma a mañana de campo, la brisa, la abuela enredada al aroma a café recién preparado. Nos despertábamos y atrapar a la abuela… hoy imagino lo cuanto debía sentirse babada con tantos besos.
A media mañana mientras terminaba la tarea a la cual me encomendé… tuve un trozo de recuerdo del presente y lo comparé al pasado… entonces arranqué muchas frutas y las llevé a la feria. Luego de venderlas y sacar un buen dinero, tomé camino hacia el sur.
Un par de horas y me salí del camino para entrar a los montes de coronillas. Al rancho del terror como le llamaban los de la zona. Estaba igual… una casa sencilla con la chimenea humeante, las cabras en el patio y las gallinas perdidas entre varios animales… salió la señora a recibirme y me dijo:
-No todo está perdido, cuando lo que está perdido, se encuentra dentro de uno mismo.-
-Buenas tardes. Quizás pueda responderle, pero antes, debe ayudarme…
-El hombre no necesita de una mujer vieja como yo para alimentar su curiosidad o el ego de sus conquistas.
-Te equivocas!, un hombre siempre necesita la opinión de una mujer para alinear su camino.
-Que quieres de mi?
-Quiero que me lleves donde te pida.
-Eso puede ser muy costoso y nadie está dispuesto a pagar el precio de la porción que se puede tomar.
-Dime tu precio y ya lo veremos…
-Dime que quieres y te diré si acepto.
-Quiero que me lleves al lecho de muerte de un hombre antiguo… el que te diga.
-Está bien, si no tienes para pagar el sacrificio, te será cobrado con tu vida… toma esta daga en tu mano derecha y cierra los ojos. Presiónala firme y no la sueltes hasta que termines lo que deseas.
…Al instante comencé a encontrarme en medio de una sala, su decoración era antigua y la toz de un hombre me llevó a la puerta entre abierta… ahí estaba. Mientras lo miraba fijamente hasta que se percató de mi presencia.
-Quién eres?
-Solo un hombre cualquiera.
-No le recuerdo… mi memoria puede estar afectada a causa de mi dolencia últimamente. Podría ofrecerle algo, pero mire como estoy… apenas me valgo y…
-Es quizás el precio que hay que pagar por la tragedia de la… la envidia junto a malas decisiones.
-Podría decirle que tal vez… (toz)… pero nunca he sido envidioso… no le conozco y siento que viene con palabras poco amables.
-Si… vengo desde muy lejos, más lejos de lo que usted pudo haber estado. Para decirle lo que usted merece escuchar.
-Mire, no se quien es, no le recuerdo…
-Soy la voz que no quiso escuchar… se de los viajes que ha realizado y que también fue dura la mano, pero es muy fácil para un hombre, darse el lujo con el sacrificio de los menos privilegiados. Usted que vio la cara del progreso y el valor del labor, trajo a mi tierra la desgracia. Mientras los valientes luchaban por un futuro libre y mejor, usted trajo la reforma que a la larga, traería la miseria social.
-Escúcheme usted…
¡No!... escúcheme usted ahora… cuando en su viaje se maravilló del mundo, la cultura y la gente, la envidia le segó los ojos y quiso ver al país de cuna, en ese mundo de privilegios y se metió a valiente. Pero deje que le diga… todo valiente comete errores y el suyo no fue de los menores. Cuando peleó por la reforma de educación, libre, para todos y como para garantizar su fantástica idea, le puso una obligatoriedad… Plasmando así su acto heroico… que al final no es más que un mero recuerdo de mierda…
Vengo del futuro después de su muerte… más allá de lo que pueda imaginar. Y le diré lo que no planificó en su borrador, lo que la envidia le escondió tras un deseo de heroísmo. Allá donde la vida parecía fabulosa, no era más que el deseo y la fuerza de superación. Un querer y el valor de tomar una decisión. Allí la gente trabajaba y se ilustraba a fuerza de trabajo… ellos valoraban cada moneda porque equivalía a horas de sudor y esfuerzo. Cada momento era soñado y la excelencia en calidad hablaba más alto. La educación era un bien que valía muchísimo y para ella, se la debía de pelearla, conquistarla y valorarla porque no costaba el precio de un fajo de tabaco.
Se te olvidó ver ese detalle, el futuro de la decisión que tomaste ayer. Dejadme contarte que de donde vengo, todo es como lo propusiste y aún mejor, pero no se ha llegado a como te lo imaginaste en Europa y en tu miserable mente. Los niños y jóvenes de ese futuro que peleaste, no son más que obligados a repetir y concurrir por la obligación impuesta. Gracias a ti. Como tu… han cambiado el valor de la superación, de un futuro de progreso por estar sumergido en el vicio como tu… La educación que se les da gratuitamente, tiene menos valor que ese resto de cigarro que tiraste… y gracias a ti. No luchan para conquistarse un futuro como esos que tú viste, en lo que le llamaste “viaje al progreso”. Viven porque viven y no se paga para ello, pero a tu reforma, de millones, solo unos pocos la valoran, el resto no solo saquean a las escuelas públicas, no solamente destruyen lo que es el bien común, no solo destrozan sueños de quienes realmente quieren superarse sino que, no sienten el peso del sudor y el valor por lo que realmente vale la pena. Mientras en el otro mundo se triunfa, aquí se disputan los destrozos de la decadencia. No vale un pucho la educación… te olvidaste que el hombre solo valora, aquello por lo cual dejó marcas en su vida. Que lo regalado, no te cuesta y por tanto, solo te enseñoreas de aquello que realmente es un acto de valentía, de grandeza. Se te olvidó calcular que cuando el párroco de la capilla leía el sermón, no eran palabras religiosas… eran palabras sabias de quienes sabían lo que decían. Está bárbaro tener un descanso cuando se tiene condiciones, pero el menos privilegiado, también aprende… aprende que lo fácil, va primero y lo difícil… se deja para otro. Y así ves el futuro de lo que peleaste. Se te olvidó poner una cláusula de mayor importancia. La que dice que “… comerás el pan con el sudor de tu frente”, antes de obligar a que se comparta el pan si el de al lado no tiene o no sintió el sudor en su frente. Pudiste también agregar que el que no valoriza, pues que no prosiga y sea analfabeto, que no tenga así, la oportunidad en el mundo de los que sí, lo dan todo.  Se te ha olvidado reformular tu pensamiento para que se dignifique como en esa Europa a cada persona que muestra superación y amabilidad por su vida y la de los demás. Eso es educación, el tabaco te ha humeado la razón…
El trabajo dignifica, la educación es buena cuando se la conquista, no cuando se te impone. Porque lo difícil es atractivo, lo fácil… es camino de muerte… es como tu educación en el futuro. Poco valorada, cumplida por obligación y no por satisfacción. Todos la tienen, como la luz del sol, pero bajo el sol, no todos quieren y ni tienen el valor de estar. No todos saben el beneficio de usar esa luz… porque no todos quieren sudar, no todos quieren esforzarse. Todos miran la cosecha lista, pero nadie quiere arrancarla.
Así es tu educación… un pucho humeante, molesto para todos, un peso a llevar para tirarlo así que nadie me vea… no tiene honra… no tiene peso. No se conquista… no tiene orgullo. Y los que gritan tu nombre, son apedreados por la ignorancia y la pereza. Es un agua de pozo que nadie quiere beber. Pero cuando la luz del sol del medio día aumenta, cuando la sed pide socorro, se grita por un balde, por un poco de esa agua. Pero el estrago ya se ha vuelto a repetir desde la salida de sol, los que nacieron por la mañana… el ciclo brota nuevamente. Nadie llega al final del día cargando la tarima del agua de ese pozo, porque es pesada… y los que se atreven, son saqueados y nadie se salva. Así de igual es tu educación… tu reforma. Todos llegan al pozo, beben el agua y siguen el viaje lo más rápido que pueden. Sin valorizar nada, porque es gratis y solo se aprende el valor de un arma, cuando el peligro acecha.
No tengo que decirte lo cuanto te has puesto a pensar y el mal que has ocasionado…
 -No puedo decir ni que sí, ni que no, pero si estuviera en ese mundo al cual me hablas, solo diría que… El hombre es dueño de su destino, si no valoriza las condiciones y de ella hace un arma para defenderse en todo sentido, es porque no estima su vida y quien no estima su vida, nunca sabrá el valor de la vida hasta que la muerte no le canta bajo de la cama.
Al oír esas palabras, aflojé mi mano y volví a la casa de esa mujer… de mi mano chorreaba la sangre y el puñal estaba hasta el mango ensartado en el cuello de una cabra. La mujer escurría sangre del animal y estaba de rodilla ante mi… yo me asusté al presenciar todo eso… y ella me miró a los ojos y me preguntó-
-Te has encontrado tu respuesta hombre!
-Supongo que si-
-Sabes que si no tienes el valor del sacrificio, lo pagarás con tu vida?
-Tienes tu precio… pero mi vida… mi vida no tiene precio. Aquí tienes tu valor y la recompensa del servicio.
-Quieres saber que le dio muerte a tu abuela?...
-…No. Mi abuela no ha muerto, viene con el sol cada mañana a visitarme.

Daimer Santuche H.
    (Uruguayo) 

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