El vaso de agua.

Antes de las seis de la mañana me encontré entre un grupo de personas que querían agua.  Buscaban respuestas ante un líder social y éste les mostraba e indicaba el agua que se les podía dar.  Era reducida y de mal sabor, con una temperatura tibia para un momento de calor. Entonces vino a mi la Palabra y ante todos y con respeto,  me dirigí a esta persona que sobresalía de la multitud sedienta.  Con un vaso en la mano le hablaba y decía:
- Usted debe buscar,  buscar el Agua de Vida,  pídalo a Dios y el no le negará.  Solo Crea, que usted puede.  Es mejor agua y necesaria para vivir. - dije. Entonces levanté el vaso al Cielo y oré por un milagro.  Al terminar,  desde el fondo de aquel vaso transparente,  brotó agua 💧 de tal forma que hacia vibrar el vaso en mi mano. La tomé y era de sabor inexplicable pero extremadamente rica,  comparada a la que el líder social indicaba. Sentí temor y asombro ante lo sucedido ya que la Mano del Altísimo estaba sobre mi.  Pero el Espíritu me guiaba y le di el vaso vacío al hombre y le dije que viera y comprobara por el mismo.  Y nuevamente sucedió en sus manos.  Bebió y su rostro se espantó y maravillado,  pidió si podía hacerlo nuevamente y así sucedió.  Era un tiempo donde el agua que había no tenia sabor y casi estaba dura,  congelada y la violencia se expresaba desde el corazón de las personas. Aquél hombre pidió más y para todos los que allí presenciaban. Yo les animaba a Creer en el Agua Viva de Dios.  Y desde mi interior,  creía tan seguro de esto,  como si aquella agua se moviera dentro de mi estómago también. Y seguí con un grupo de personas.  Y otra vez sucedió.  Necesitaban comer y el fuego que usaban para calentar el pan🍞,  no lo preparaba,  sino que lo enfriaba. Entonces tomé hielo y le puse alrededor en otro lugar y les pedí que se sentaran para comer.  Y oré dentro de mi a Dios y comencé a repartir aquel alimento.  Estaba calentito a la medida justa y mantenía el calor constantemente. Y estaban todos contentos como quienes comen en una fiesta familiar.
La violencia estaba afuera y con mano fuerte,  los milagros sucedían y una persona violenta,  agresiva,  se volvía como niño,  preciosos seres humanos.  Yo les abrazaba y me quería quedar con ellos.  Eran de otro semblante,  de otra mirada y actitud. Todo el tiempo les enseñaba como a niños que están aprendiendo. Y desperté.