MATEN A MARÍA

 

La muerte de María.

Todos conocen la historia de la mujer más famosa de la historia, la Virgen María, como se la conoce. Pero hay cosas que la gente no habla y la Biblia no dice.

La muchacha estaba por casarse, era prometida al carpintero y Dios la elige para una misión. En otras palabras podría decirse que le arruinó los planes a priori.

Resulta que María era la muchacha que cualquier hombre podría desvelar su alma por ella. Linda, amable, trabajadora y dedicada. Una familia de respeto, pues había un Servidor del Templo en la familia llamado Zacarías, el padre de Juan el Bautista.María si bien podría ser una muchacha desinformada, pero seguro que tenía todo el peso de la ley en conocimiento y la prueba es que además de prudente y respetuosa, sabía colocar sus palabras ante cualquiera, incluso ante el mismísimo Ángel Gabriel.

Al ser visitada y recibir el anuncio de su embarazo, demostró saber como era posible un embarazo y sus palabras al Ángel lo afirman. Pero sabiendo que para Dios todo es posible, teniendo en su corazón las cosas sobrenaturales,  hechas en el pasado cercano, sabía que Dios tendría como defenderla. Pues que una mujer a punto de casarse, aparezca de barriga, era digna de acusarla de prostituta, traidora y reo de lapidación en su tiempo. De que forma  puede decir una mujer, muchacha, que tiene un hijo con Dios? Una reverenda blasfemia.

Pero Dios prosigue y como el Ángel lo revela, el Espíritu es el que hace la obra. No es que Dios tuvo relaciones sexuales con María, porque la  relación sexual propia, es de las especies terrestres creadas. Cuando Dios formó a Adán, no tuvo relaciones sexuales, cuando formó a Eva, tampoco. Más bien dice que sopló aliento de Vida. Aquí en María, se puede ver una representación terrestre, pues María sería la Tierra, el polvo creado, el Espíritu se movía sobre las aguas de la Tierra y todo comenzó y Dios era el Verbo. Pues aquí vemos el mismo modelo. Así que Dios traslada la Vida de su Hijo para curar la Humanidad y tener un arma contra la maldad que reclama a cada Vida, luego de que Eva, engañada, hiciera caer la especie.

Pero también por una mujer, sería redimida.  Así que al igual que en el principio, se trató de arruinar el plan de Dios una vez más y hacer que se le viera como lo peor… aunque acusarle de violación sería increíble, era más fácil lapidar a María, o esperar que el niño salga a la luz y asesinarlo. Y el resto es historia. La humanidad seguiría sin un puente de redención, porque al ser redimida, llevaría a juicio al gran Transgresor, el Iluminado caído. Pero María es la cuestión, así que como el Ángel le dijo la responsabilidad que tenía en sus manos, ella sabiendo el caso de Eva, trató de estar alerta y atenta a la Voz que la guiaba y protegía. José que también entendió la misión, era su punto de apoyo. Pero imaginen a María, una madre dedicada, que vio el asesinato de quien le fue dicho Ser Hijo de Dios, que una espada atravesaría su alma…

Seguro que esa muchacha soñadora, llena de Amor, estaba rota de alma, corazón y espíritu. Ella debía seguir amando a su Hijo, aún después de la muerte, aunque le viera resucitado, ascender al Cielo. Las ganas de estar con el debieron ser mayor que cualquiera, pero se quedó y no se cuenta su final. Quizás José la abandonó antes de todo eso, no se sabe. Pues Jesus le dijo en la Cruz – Mujer, ahí está tu hijo.- Pues  le traspasó a esa persona el deber  que como humano, le debía a su madre, el honor de cuidar a los ancianos, a las viudas y a una mujer sola. Quizás no tuvo un funeral,  o ella se fue a Samaria. Isabel y Zacarías, también recibieron una profunda tristeza al saber de la muerte de su hijo o quizás ya estaban muertos.

María si bien era de descendencia pecadora, en Jesús, fue redimida, reconocida y protegida. Es probable que aunque mantuviera su sus ganas de vivir, la amabilidad de siempre, su vejez a causa del dolor y aflicción, se notaran anticipadamente. Recordemos que un mundo Espiritual la acechaba desde que fue elegida. Pero dio a Luz el juicio final a toda la maldad Universal.

Daimer Santuche H.