Si bien hablar de ríos y reservas de aguas subterráneas parece
fantástico, del otro lado de la moneda puede ser aterrador. El agua es vida y
puede generar destrucción. En un mundo que no vemos y sucede bajo nuestros
pies, puede estar esperando un gran socavón o falla topográfica que altere el
paisaje conocido, por cuevas y canales subterráneos, cavados de forma natural por
el agua o corrientes en el subsuelo.
Nuestra región es una zona fértil y estamos en un triángulo muy sospechoso,
el Triángulo Jaguamerita, nombre que le daremos por los afluentes Río Jaguarón,
Laguna Merín y Río Tacuarí, es justamente la zona crítica en que si bien el
agua puede compactar el terreno, justo el tipo de corrientes subterráneas, hace
la zona sospechosamente posible para una posible falla cavernosa entre sus
laterales.
Otro factor que lleva a sospechar, es el cruce de tormenta que hace
brazo rumbo al Lago, desviando la carga potencial y dejando la ciudad protegida
de grandes desastres del tiempo, que obviamente es un privilegio sospechoso. La
naturaleza tiene sus formas de conectar carga positiva y es notorio el camino
que se traza, pero pocos observan los gritos de la misma.
Es posible anticipar una posible
cedida de terreno o formación de socavones, observando si hay grietas secas con
terreno colapsado, árboles torcidos, vegetación seca sospechosa etc. La
agricultura por ejemplo, es un factor que ayuda a que el terreno sea propenso a
quedar blando y ceder, ya que las raíces de la vegetación autóctona es siempre
mayor y ayuda a tejer la tierra, volviéndola más resistente, lo que es al
contrario con la agricultura.
Se sabe que estas cosas no suceden en tiempos establecidos, más bien
depende de la corriente subterránea y el volumen de agua. Si bien la zona es
plana, lo que favorece, bajo tierra, puede ser todo lo contrario y hasta la
zona poblada puede estar sobre un enorme agujero, donde su principal
despliegue, sea en la zona barrial en la que se encuentra el hogar de ancianos
y alrededores a una distancia de cuatro manzanas circulares.
Si bien solamente son especulaciones de observaciones, no hay nada
medible oficialmente, lo que hace una mayor intranquilidad. No hace mucho en la
ciudad, un agujero se abrió justo al costado del Club Unión, dejando a la vista
una falla natural, una corriente subterránea o un fallo por ruptura en
conexiones hechas por el hombre. Si bien el mismo no presentaba agua, lo que
hace más sospechoso, se puede deducir que es muy probable que esté en proceso
de colapsar nuevamente. Los ríos subterráneos, muchas veces cavan por inclinación
el terreno, arrastrando de a poco un
movimiento constante de tierra y si bien éste movimiento se da por desvíos de
material resistente como rocas, arcilla y más… el material menos denso es movido
con la ayuda de aguas pluviales que ablandan el terreno y el contacto con el
subsuelo que arrastra quien sabe dónde.
Esperemos que todo continúe en la especulación y el Triángulo
Jaguamerita, sea algo más bien el pase de tormenta.
Daimer Santuche H.
(Investigación)
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