
Era comienzo de
salida de sol cuando mis ojos fueron abiertos en un lugar alto, estaba solo y
solo oía un murmullo. El murmullo comenzó a aumentar y revelar una linda
melodía, era un coro de Ángeles, daban ganas de llorar… se aparecían de todas
partes, cantaban una letra para mi, me animaban con ella a cantarla, los tonos
eran altísimos, pero me arriesgué y sin saber la letra, la conocía, la podía
entonar con ellos y cuanto más lo hacía, más fuerte cantaban. Sus voces me
atravesaban el pecho y me hacían llegar a tonos y frecuencia que nunca jamás
llegué cantando. Pero yo tenía que
cruzar ese lugar alto que estaba dividido por un precipicio… y no avía
un puente. Pero los Ángeles seguían empujando hacia el precipicio y cantando
juntos, en ese lenguaje me mostraban, me hablaban, me daban fuerza, y cuando
comencé a cantar con todas las fuerzas que tenía, mirando el precipicio,
comenzó a construirse un puente desde mi lado hacia el otro lado, unos postes
gruesos de madera se armaban mágicamente y me asusté. Entonces comencé a
desentonar la melodía y los Ángeles comenzaron a cantar más fuerte y me incentivaban
a continuar… y como había desafinado paré de cantar y el puente se detuvo en su
construcción y a medida que cantaba más y más, el puente se armaba y completaba
el pasaje al otro lado. La melodía era
para mi, me cantaban a mi una palabra de triunfo, de continuar, de que creyera
que lo lograría pase lo que pase. El puente se armó casi completamente y
comencé a despertar y las voces del coro a volver a quedar murmullo hasta desvanecerse
de mi mundo real. Entonces como ya hacía un año que estaba quedando sordo
paulatinamente, a causa de los ensayos y el sonido alto de los parlantes, lo
que hacía que durante el día pasara con una puntada en los oídos que solo
aumentaban, le dije a si a Dios – Señor, sana mis oídos. Y en ese momento y
hasta hoy nunca más volví a sentir dolor en los oídos y no estoy sordo. Ya se pasan
dos años de esto. Y aún siento en mi mente esa melodía, esa fuerza y no se si
ya he cruzado el puente, pero luego de estar lejos de la música, he vuelto a
cantar y paso a paso voy construyendo la identidad de mi melodía. EL FONDO Y
TRASFONDO de ella, es el Amor, es Dios.
El brillo de mi voz solo se debe a lo que siento por El y porque lo siento, lo quiero más, porque no
existe nadie que me de un mundo mágico a la hora del sueño, donde me lleva por
lugares que no conozco y hablo con otra gente que aquí no están, que no las
conozco, pero allá… si nos conocemos y me retan porque demoro en visitarles… me
alegran cuando los veo, pues hay un Amor
que nos une, el cual no se ve en la Tierra entre las personas que conocemos y
nuestros familiares. El amor es mayor, es como la melodía. Puedo atravesar la
puerta Dorada con mi nombre, sabiendo y sintiendo que soy el mismo allá y aquí,
donde ciento lo mismo y Dios está siempre en alguna parte sonriendo.
Daimer´s ©
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