Perdiendo el Culo

Hubo una vez,  un congreso de perros, se trataría de como conquistar la simpatía de los humanos. El congreso comenzaría a la hora de puesta de sol, en la casona vieja y abandonada, donde viviera en vida, el labrador Ramírez, antes que lo matara un rayo. Es que el pobrecito le gustaba perseguir a los ciclistas y al intentar morderle la rueda,  tiró al ciclista, este  lo atropelló y la bicicleta le cruzó por encima y ahí fue que un rayo le atravesó el cuello a Don Ramírez.  

El congreso prometía y estaban todas las razas comprometidas, pero todos  estaban condicionados a dejar el ojete, o mejor dicho el ano, el culo negro o el siete. Y esto nada más como regla para que ninguno se hiciera el vivo en soltar un pedo en la reunión o tuviera que salir a defecar en los alrededores de la mansión. La idea agradó a todos y desde los más remotos lugares, se llegó al lugar en fecha y hora marcada. Luego de un himno ceremonial un tanto desafinado, ladrado por una Chihuahua Polonesa , la cual dicho sea de paso, encantó a todos los galgos. Se recordó el motivo del encuentro y se nombraron las diferentes razas que se encontraban en ese lugar. El maestro de ceremonias, un Foster  Canés, dio lugar al Pastor Paraguayo, quien sería el orador y responsable por los temas en cuestión.

Una maravilla el congreso, todos estaban aprendiendo y locos de ansiedad para poder practicar los consejos del Pastor. Pero a la media noche, los murciélagos comenzaron a bajar del techo más arriba de la mansión y fue el despeje de perro. Unos hasta ladraron “La Perrera”, y el loquero se armó. A la pasada, cada uno manoteaba un culo y aunque no fuera el suyo, se rajaba con el. La casa de Don Ramírez se había vuelto  de culo va y culo viene. Un verdadero culero. Es que nadie agarró su culo y es por esa dichosa convención, que hasta hoy, cada uno busca su culo. Por esta razón, cuando dos o más perros se reúnen, se huelen para ver si identifican su culo. Si bien la convención dio resultado, pues os ha hecho perder el culo y a la mayoría, nunca le quedó igual. Es esta también, la razón de que al ladrar, les salte el culo.

                                                                                                                      Daimer Santuche H. ©

Estudio D´santuche

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Foi uma vez, um congresso de cães, o tema a tratar seria como  ganhar a simpatia dos seres humanos. A conferência tería início ao pôr do sol na velha casa abandonada, onde vivera em vida, Dom Ramirez, o labrador para matá-lo antes de um raio. É que o pobre  gostava de perseguir os ciclistas e tentando morder a roda, jogou o ciclista, quem o atropelou e cruzou por cima dele e um raio perfurou seu pescoço, falo de Don Ramirez.

O Congresso prometía e foram todas as raças comprometidos, mas todos eles foram condicionados a deixar o orifício, ou melhor, o ânus, bunda preta ou sete. E isso como cuidado para que ningem se fissesse de assanhado e soltasse um peido na reunião ou tiver que deixar a reunião para defecar ao redor da mansão. A idéia agradou a todos e desde os locais mais remotos, chegaram a data e a hora no local indicado. Depois de um hino um tanto desafinado para abrir o então cerimonial, latido por uma  Chihuahua  Polonaise, que dito seja de passo, agradou a todos  os galgos. O objetivo da reunião foi lembrado e as diferentes raças que estavam naquele lugar foram nomeadas ao continuar do musical. O Mestre de cerimônias, um Foster Canés, deu lugar ao Pastor paraguaio, que seria responsável pelas questões a tratar.

O  Congresso estava maravilhoso, todos estavam aprendendo  loucos para praticar os conselhos do Pastor. Mas à meia-noite, os morcegos começaram a cair do teto acima da mansão e saiu cão pra todo lado. Alguns até latiram "canil" e o loqueiro estava armado. Em fim, cada um pegou o primeiro cú que vía. A casa de Don Ramirez tinha virado um cuzeiro daquele, cu vai e cú vem. E desde aquela convenção,  até hoje, todo mundo procura o seu cú. Portanto, quando dois ou mais cães se encontram, eles cheirar para ver se eles identificam o seu cuzinho. Enquanto a convenção, funcionou, mas os cachorros perderam o seu cu. É essa também é a razão que ao latir, o cu pule na sua bunda.

                                                                                                                       Daimer Santuche H. ©