Un niño pide un milagro (Historia real)

(Historia real)
Era un niño cuando mi madre me dejó con mi padre, se fue de la casa, se llevó todo…. Bueno, me dejó la cama.
Mi padre estaba sin trabajo fijo y por eso, ni siempre habían las cosas. En la escuela… fue un terror para mi, siempre había alguien que contaba que vivía sólo. Cada vez que la directora me hacía un interrogatorio, yo mentía, pero temblaba de miedo que me sacarán a mi padre.
Mi padre trabajaba lejos, donde encontrara trabajo. Muchas veces falté a la escuela porque el no iba a volver en toda la cosecha o la siembra. Papá es mi amigo, toda la familia que tengo… vivimos siempre de alquiler y vivimos en lugares que el baño ni agua tenía… pero ahí estábamos. El se iba temprano a buscar trabajo y yo me levantaba… hacía café y me iba a la escuela. De la escuela me iba directo a la casa de mi vecina a jugar con ella y su madre me daba comida. Después me iba a esperar a mi padre que llegaba de noche. Cuando ya era de unos 12 años, la cama no me servía y pasé a dormir en el piso… mi padre dormía en el piso también… pero el se esforzaba por darme la comida y comprarme cosas que necesitaba. Nunca salía de su vuelta cuando el estaba… hasta que se enfermó de los riñones y al ir al hospital, lo trasladaron directo a otro lugar. Me quedé sólo… cuando el llamó a aquel celular viejo que tenía y lo dejaba cada vez que salía, sentí miedo a que mi padre nunca más volviera. El cortó y yo me arrodillé como mi padre hacía en la Iglesia y le pedía a Dios un milagro.

Lloraba y le pedía a gritos a Dios que curara  mi padre, que no lo dejara morir. Cada día y cada noche antes de dormir lloraba por mi padre. Me cuidaba como podía y mentía que el estaba en casa. Le iban hacer diálisis y quizás sus riñones no funcionaran más. Después me llamó para decirme que estaba curado y que volvía para casa… yo gritaba de alegría y cuando el cortó… me arrodillé a darle gracias a Dios.
Cuando mi padre vino, jugaba un poco y me sentaba a su lado y le preguntaba si estaba bien. No tenía trabajo… no había pan… íbamos a la Iglesia y mi padre siempre le pedía a Dios… pero nada pasaba.
Tiempos después… mi padre ya tenía la columna destrozada y no le querían dar la pensión, nosotros teníamos mucho hambre… una de mis tías le pagaba el alquiler a cambio de que le diera la parte que le correspondía de la herencia de sus padres. Le pedía a Dios que le dieran esa pensión a mi padre y cuando fue nuevamente… tras miles de intentos, me llamó por teléfono que estaba retirado y que le habían pago todo lo atrasado. Aquél día fue el más feliz de mi vida, le daba gracias de rodillas a Dios… cuando papá llegó, fuimos al supermercado y compramos mucha comida… mi padre hizo un guiso que comimos toda la tarde juntos, casi exploté.
Entre tantas cosas, Dios nunca dejó de responderme, mi padre no me abandonó aún cuando le dije que era gay… nunca le abandoné a él. En los momentos de desespero, Dios estuvo a mi lado y respondió a su tiempo y mi padre aunque siempre fue una persona de edad, hoy está lleno de vida. Salimos adelante juntos y yo trabajo para los dos. Nos ayudamos mutuamente.
Como puedo yo dejar de creer en Dios, no voy a la Iglesia porque me siento ultrajado, para ser ofendido o discriminado, basta con los ignorantes de la calle. Le agradezco a Dios todas las cosas desde el día que mi padre estaba internado y le pedí que lo curara. A veces siento ganas de hablar con Dios y oro. Y no creo que me castiga por yo ser gay, sino no me hubiera respondido lo que pedí el otro día…
Anónimo.
Daimer Santuche H