Amor por una Hora

 AMOR POR UNA HORA 

-Hola cariño, ¿Cómo quieres que te complazca? – Preguntó ella-

- Soy casado y no quiero tener sexo contigo –Respondió el-

- Entiendo cariño, tranquilo, no voy a pedirte en casamiento, si quieres podemos charlar.
 

Un año después el dejó a su esposa y ella la prostitución y fueron a vivir juntos. ¿Qué pasó?

El no aguantaba más tanto sufrimiento en su matrimonio, si bien tenía culpa de que todo hubiera llegado hasta ahí, por vivir trabajando y creer que realizar todos los caprichos de su esposa consumidora, sería la fuente de la felicidad. Una casa  perfecta, para ambos, que terminó siendo de ella. Todo lo que compraron ya no era para uso de los dos y si de ella. El cuarto inmaculado que no podía entrar sin ella, las copas, la cocina, el sillón y la tv, el yacusi y la bañera, todo era perfecto y para ella. Cuando el llegaba a la casa, tenía un lugar exclusivo en una pieza donde no habían límites, pero lejos de ella. Casi nunca estaba para el, pero tenía tiempo para su sala y su novela de amor, su despertar y su café en la cama casi a diario y cuando se despertaba romántica. Su tiempo libre conmigo nunca era sin precio o cuentas a pagar, proyectos que tenía que eran necesarios para los dos y el nunca veía su parte. El tiempo pasaba y la relación casi agonizaba. Todo el mundo obtenía horas y semanas de ella, pero él, no alcanzaba una hora diaria. Reclamar era complicado y ella no escuchaba, decía que todo estaba perfecto y nunca veía que el la necesitaba.

Un domingo sin ella, lo llevó a la calle y ahí encontró a una linda mujer que ofrecía sus servicios, la llevó a un motel y conversaron muchísimo cada hora que tuvieron. Muchas fueron triples y el, le pagó cada moneda. Ella también le contó su vida y a cada minuto que pasaron, sus corazones se unieron. El no volvió más para casa y ella salía a la calle solamente para hacer compras. El llegaba y todo lo hacían juntos. El estaba feliz y ella también. Con Él podía salir de día y disfrutar dela tarde, cuando antes, estaba durmiendo por haber pasado la noche en claras trabajando. En la tarde en cada puesta de sol, ella estaba arreglándose para estar linda a la noche. Ahora en la noche, ella estaba linda y la disfrutaba en salidas nocturnas con un único hombre y con el volvía para casa. Se sentía pura y respetada.

Cuando él dormía, ella cocinaba panes para ambos. Un día ella estaba sentada en la cocina y lloraba en silencio, se le había corrido el maquillaje de los ojos y sus lágrimas eran negras cuando se percató que en la puerta, él estaba mirándola y con pesar, le preguntó:

-Estás triste… porque eres infeliz conmigo?

-No cariño… estoy llorando de boba que soy… pensaba que desde que te conocí, no he dejado de pensar en ti. Que a tu lado estoy feliz, cuando no estás, yo canto, cocino, me arreglo para ti, me siento viva, puedo ver lo bonito que es despertar con tu beso de ya vuelvo y… tengo miedo de perderte.

- Cuando me fui del motel la primera vez, lloré hasta que casi me duermo en la arena. Era el tipo más infeliz del mundo, con un casamiento perfecto, con la mujer perfecta para todos. Yo no existía… nadie me tocaba como vos, nadie me vivía ni me hacían sentirme importante. Todos los días que dejo de verte, me pregunto si aquí estarás, si mientras duermo aún sigues ahí conmigo. Y ahora cuando te vi llorado, se me quebró el corazón y mi alma se tiró del balcón. Así que si realmente me quieres, quiero que me pidas en casamiento, porque yo prefiero morir a estar sin ti.

-Quiero sí! ¿Quieres casarte conmigo y… hacerme feliz como ayer y hoy?

-Si quiero, acepto. Pero me dejas tirarle una cuerda a mi alma para que suba?

-Está bien, mientras, yo voy a buscar un pegamento para armar tu corazón.

Y así lloraron entre besos de amor y lágrimas negras, ella y él en esa cocina que reflejaba un sol naciente un bonito día de invierno.

Continuará…

Daimer Santuche H. ©

https://www.facebook.com/estudiodsantuche/?view_public_for=112900686776117